Sebas P.
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Desde el inicio, la experiencia en este establecimiento fue decepcionante. La atención de la mesera marcó el tono del servicio: se acercó a la mesa con evidente desgano, sin un saludo ni amabilidad alguna, y antes siquiera de que pudiéramos hablar, nos informó de manera cortante que no contaban con leche de tigre. Luego dejó las cartas y se retiró sin más.
Tras realizar el pedido, pasaron alrededor de treinta minutos hasta que llegaron las canchitas de cortesía: secas, sin frescura y claramente recalentadas, sin una palabra de cortesía por parte del personal. Aproximadamente una hora y media después, finalmente llegó nuestro pedido: dos tríos marinos. Creímos que la larga espera se compensaría con el sabor, pero fue todo lo contrario.
El arroz con mariscos resultó insípido, seco y sin rastro del jugo característico que da vida a este plato. El ceviche, lejos de ser fresco, presentaba cortes mal ejecutados, con el pescado prácticamente triturado y una textura poco apetecible. Y el chicharrón de pota si es que se puede llamar así consistía en trozos largos de pota con un empanizado pobremente logrado; su sabor fue apenas aceptable, lo único medianamente rescatable del trío. Ambos dejamos el plato casi intacto.
Un detalle imposible de pasar por alto fue el descuido general del local: todas las mesas estaban sucias, con restos de platos, vasos y botellas. La mesera permanecía sentada en la caja revisando su celular y solo limpiaba las mesas cuando llegaba un nuevo cliente, lo que daba una muy mala impresión del servicio y la gestión.
En resumen, fue una experiencia desagradable de principio a fin. No volvería a este lugar, ni siquiera si fuera la única opción en Oxapampa. Los precios son similares a los de otros restaurantes que sí ofrecen buena calidad, por lo que, considerando la atención, el tiempo de espera y la baja calidad de los platos, no vale en absoluto lo que cuesta.
No lo recomiendo, especialmente para turistas: perderán tiempo y se irán con una experiencia culinaria que deja mucho que desear.