PABLO J.
Google
Mi experiencia con CAJA RURAL ha sido profundamente decepcionante e inhumana. Mi madre, que depende de una silla de ruedas y tiene grandes dificultades para firmar, fue obligada a acudir **tres veces presencialmente** para completar trámites que perfectamente podrían haberse gestionado en una sola visita. Cada vez nos daban una nueva excusa o “imposibilidad” que nos hacía volver, siempre dependiendo además de una oficina ubicada en otra ciudad.
Para empeorar la situación, **la mesa no estaba adaptada para personas con movilidad reducida**, por lo que hicieron que mi madre tuviera que incorporarse para firmar en repetidas ocasiones. Una absoluta falta de sensibilidad.
También realizaron **tres transferencias**: en la tercera nos cobraron una comisión que **nunca nos avisaron** que existía. Y lo más incoherente: en la primera visita me permitieron **firmar yo en nombre de mi madre** para una transferencia de un importe alto. Pero hoy, en una situación prácticamente idéntica, no me lo permitieron, obligando otra vez a que mi madre acudiera físicamente. **Una gestión completamente inconsistente y sin criterio.**
En pleno 2025, con todas las opciones de seguridad digital, verificación y firma reforzada disponibles, esto es inaceptable. Ha sido una experiencia agotadora, incoherente y profundamente poco humana.
Hemos decidido **cerrar la cuenta** y dejar de ser clientes. Ojalá esta reseña sirva para que otras personas estén informadas y para que el banco reflexione sobre el trato que da, especialmente a personas con movilidad reducida.