Ana Garcia
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Un lugar realmente encantador, ubicado en un hotel con vistas espectaculares al mar. El ambiente es relajante y acogedor, y lo que realmente destaca es el personal, que es increíblemente amable y atento. La comida, aunque buena en general, tiene un plato que se lleva todas las palmas: las croquetas de Benito. A simple vista, parecen unas croquetas normales, pero en cuanto las pruebas, ¡es una explosión de su cremosa bechamel en el paladar! Una buena experiencia. Volveremos a por ese rodaballo a la brasa.