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Desde hacía tiempo queríamos probar la cocina de Celia Jiménez, atraídos por su reputación y la promesa de una experiencia culinaria única.
Sin embargo, desde el principio la experiencia no fue la esperada. El recibimiento fue algo caótico, ya que al entrar se accede por el bar, donde el ruido era bastante alto debido a la falta de acústica y la gran cantidad de gente. Una vez en la sala, la situación no mejoró mucho, ya que la puerta se abría constantemente porque los clientes iban al baño, que curiosamente estaba dentro de la sala del restaurante.
Aunque algunos platos fueron interesantes y diferentes, la experiencia general no estuvo a la altura. Nos faltó ese factor sorpresa o ese “algo” especial que hace destacar a un restaurante de autor.
Además, nos hubiera encantado ver a la chef Celia Jiménez en persona, pero lamentablemente no fue así. En resumen, fue una experiencia que dejó un sabor agridulce.