Illán Álvarez
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Una propuesta gastronómica diferente e interesante en Legazpi, con un menú basado en la tierra y en los productos de calidad.
El menú es corto (6 pases) pero tiene la cantidad justa, no saliendo como una bola. Las preparaciones son elaboradas, pero todo gira en torno a la materia prima, sorpredentemente muy de cercanía (siendo todo producto madrileño o vasco); especialmente me encantaron las setas, la aleta de manta y la liebre royale (espectaculares los 3); asi como los vinos dulces de los postres.
Además, al menos en nuestro caso, los platos los explicaba la chef, lo que fue realmente interesante.
Por poner un pero, fueron algo inflexibles con la reserva, pero viendo lo pequeño que es el restaurante (tiene 4-5 mesas) tiene cierto sentido; aunque siendo justo, es una experiencia totalmente recomendable.